En el cambio de milenio, sucedió algo muy desagradable. Hasta ese momento, la vida sin sexo estaba reservada para las parejas casadas y los eunucos. Una vida libre de sexo para los jóvenes era algo imposible: tomarte tu primera píldora del día siguiente y tener miedo de contraer una ETS eran prácticamente un rito de iniciación para los adolescentes.
Mientras esperábamos que el error Y2K o error del milenio arruinara nuestras computadoras y hundiera al mundo occidental en el caos y el pánico, no sospechamos que algo más podría fallar. A medida que el reloj se acercaba más al año 2000, ingresábamos al calendario Postsexo.
El cambio en las actitudes sociales, como el feminismo al estilo de las Spice Girls, que nos decía que podíamos tenerlo todo, y el ascenso de las denominadas ladettes, chicas que adoptaron una actitud masculina descarada y hasta vulgar, sugería que podíamos dar rienda suelta a nuestros deseos con quien quisiéramos. Si embargo, nuestros impulsos sexuales parecían ir justo en la dirección contraria. Doce años después, la tercera Encuesta Nacional de Actitudes Sexuales y Estilos de Vida del Reino Unido descubrió que la frecuencia de las relaciones sexuales había disminuido un 20 por ciento desde la encuesta anterior en el 2000. El periódico The Guardian señaló un hecho aún más impactante: que la población de 25 a 35 años de edad era el grupo que practicaba menos sexo mensualmente, y agregó: «Todos ignoramos a nuestras parejas o buscamos desesperadamente una». Otros se fueron por el titular de que las mujeres tenían menos relaciones sexuales con más parejas.
Esta semana, una vez más escuchamos que estamos teniendo menos sexo. No son datos nuevos: los investigadores analizaron tres encuestas al respecto de los años 1991, 2001 y 2012, con las cuales nos recuerdan que los millennials tienen relaciones sexuales en promedio 4.9 veces al mes en el caso de los hombres y 4.8 veces, en el de las mujeres, en comparación con las 6.2 y 6.3 veces al mes, respectivamente, de hace una década. La investigadora principal, la profesora Kaye Wellings, dijo que el «ritmo acelerado de la vida moderna» puede ser una de las razones por las que muchas personas tienen menos relaciones sexuales. Entonces: ¡tus padres tenían más sexo que tú en la década de 1980 y todavía tienen más sexo que tú!
Podemos plantearnos la hipótesis de qué es exactamente lo que causó nuestra vida sexual estéril: los altos niveles de ansiedad, la cultura pop hipersexualizada, la pornografía, las expectativas poco realistas sobre el sexo, las citas en línea, el miedo a perder el control, el uso de antidepresivos; pero la verdad es que son todas esas cosas juntas, agrupadas bajo el paraguas del capitalismo tardío. No es nuestra culpa, y a la vez sí lo es, pero solo es un problema si valoras el sexo y todo lo que viene con él. Estamos adentrados en la era postsexo, una época en la que el sexo y el amor se han convertido en productos ampliamente mercantilizados; han sido despojados de su papel como prioridad, quedando por detrás de la obsesión con un estatus profesional, convertirte en alguien de éxito y trabajar hasta tener insuficiencia suprarrenal; son deficiencias en nuestra productividad. ¿El sexo en sí? Un extra, no una necesidad. No puedes capitalizar profesionalmente el sexo; ni siquiera sirve para convertirte en una influencia social.
¿Te acuerdas de tu ex y entonces, furiosamente, te masturbas con el peor porno que puedes encontrar a la edad de 30 años? Eso es algo muy postsexo. Terminas con «esta pareja» porque dejaron de tener sexo hace años, pensando que podrías incursionar en el BDSM, para luego tener un encuentro casual con alguien de Tinder antes de meterte en otra relación larga sin sexo. Eso también es muy postsexo. Visita nuestra pagina de Sexshop y ver nuestros productos calientes.